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Saulo estaba allí, dando su aprobación a la muerte de Esteban.

Persecución de la Iglesia

Aquel mismo día se desató una violenta persecución contra la iglesia de Jerusalén. Todos los fieles, a excepción de los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaría. Unos hombres piadosos enterraron el cuerpo de Esteban y lloraron sentidamente su muerte.

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